19 junio 2006

Tiren/Empujen

En mi vida hay una cosa que tengo asumida y que, aunque a veces no lo
parezca, trato de mejorar: tengo un pronto de mala leche antológico. Varias
han sido las personas que me han dicho que es un poco chocante que una
persona tan mimosa tenga tan mal caracter, dicen que no pega, pero es la
realidad vía herencia paterna. Tanto mi padre como yo cuando vemos nuestros
respectivos ramalazos de genio nos quedamos bastante pensativos,
considerando cómo nuestros actos afectan al entorno, nos reconocemos el uno
en el otro y, espero, eso nos lleva a intentar mejorar.
Una de las dificultades a las que me enfrento es que tengo bastante poca
paciencia y suelo explicarme mal, porque no consigo que me entiendan cuando
intento ser clara y soltar lo que siento. Supongo que es debido a demasiados
años tragándome mis sentimientos para no preocupar(que no es que sea
efectivo, dicho sea de paso), cosa que conduce a un pobre vocabulario
sentimental y a un doloroso bruxismo.
De modo que con estos antecedentes podéis suponer lo que ha ocurrido en los
primeros días de convivencia en pareja, en casa propia, que realizo en mi
vida: he soltado un órdago por todo lo alto. Mi mayor problema es que los
órdagos que lanzo son muy en serio, si me lo hubiesen aceptado habría tirado
a la calle la mayor parte de los objetos que he ido recopilando como ajuar
durante años. Sé que es difícil empezar una vida conjunta cuando cada uno
está acostumbrado a vivir por su cuenta y con sus normas, y es aún peor
cuando no se empieza el proyecto a la vez y tienes un fuerte sentido de la
territorialidad.
Comprendo que él se sienta frustrado, porque parece que en vez de ser
NUESTRA casa es MI casa. Aunque no es del todo cierto, porque si intenté
mejorarla es por los dos, si no hubiese estado ese proyecto de futuro yo me
habría quedado con mis padres, estaba muy bien con ellos y no tenía los
gastos de mantener un piso. De modo que cuando cogí la casa intenté hacer
todo lo posible antes de que él viniese (además no teníamos muy claro cuándo
vendría): limpiar, pulir, lijar, barnizar, pintar paredes, pintar sillas,
pintar muebles, pintarme yo, tapar agujeros, crear agujeros, quitar la
silicona con moho del baño, poner silicona nueva, reparar muebles, limpiar
ventanas, cuidar plantas vivas que le diesen ambiente al balcón, pegar
tapajuntas, crear lámparas, decorar... Al final el resultado global me
encantaba y era mi casita, no como otras veces que he vivido fuera de casa,
donde estaba viviendo con las cosas de otra persona y que no me gustaban. El
problema es que yo le cogí un cariño a todas y cada una de las cosas que él
todavía no tiene porque no las ha sufrido, sudado o creado, porque no se las
regalaron cuando era una niña, porque no se dejó los dedos sangrando
intentando quitar una mancha determinada o porque no sabe que esa alfombra
donde ponía los zapatos de la calle es un kilim turco que me trajeron mis
padres y que puede costar 300€ o más.
Lo bueno es que me quiere, que no se le salieron los ojos de las órbitas al
ver el estado del salón en mi proyecto "salón a cero, empecemos juntos", y
que se dio cuenta de lo que significaba cada cosa para mí y de que quedan
muy bien en el salón, qué demonios. Y se ha dado cuenta de que People & Arts
me ha afectado de mala manera, soy capaz de hacer una pseudomudanza en el
tiempo en el que él está de siesta XD

6 comentarios:

terminus dijo...

Date tiempo y dáselo a él. Verás como con un poquito de cariño se arreglan las cosas.

Un Beso

Edu

Fernando* dijo...

si os quereis seguro que es mas facil. Lo jodio es convivir en un piso compartido con cuatro tios que son unos guarros, que no tienen que ver nada contigo, y brrr que horribles recuerdosss.

Ánimo, que eso es lo mas bonito que hay.

Aristóteles dijo...

Animo amiga. Es lo que tiene el convivir en pareja.
Se aprende un monton a expresar lo que se siente. Es mas. Hasta se aprende a soportar y ceder en muchas cosas.

Besitos a repartir...

Achab dijo...

Si no hay nada como un buen consejo de guerra para dar confianza a la pareja.

Jack Maybrick dijo...

La casa en la que vive una mujer y un hombre, siempre será la casa de la mujer.

No se puede evitar. Es como la luna llena, la temporada de huracanes o el otoño. Un día te das cuenta de que llegó y puedes tirar todos tus planes a la basura.

Eso pasó en mi casa. Un día vivía yo en una cómoda casa de cuatro habitaciones para mí solo, y si quería lanzar los zapatos contra la pared más cercana (o lejana) al llegar, lo hacía con toda naturalidad. Y entonces se me ocurre casarme, y dos días después, mi soberanía se redujo a una sola habitación que defendí con furia. Mi casa ya no es mi casa, sino la casa de Lilith, y lo único que pude hacer fue defender mi soberanía en mi oficina, donde no entra nadie mas que yo.

Así es la vida en pareja...

Fernando* dijo...

No seras Geminis? mi hermana y mi padre son como tu, jeje

PD no creo nada de esas cosas