04 mayo 2010

Nota de Kike para el reader

El avión estába ya en el aire, de camino a uno de los aeropuertos de Tenerife. Dentro de él viajaba Dácil, con un libro electrónico en su mano, leyendo absorta el documento que Kike le había pedido que no abriese hasta que hubiese despegado. Levantando un momento la mirada del texto, miró por la ventanilla y contempló cómo su avión iba cogiendo altura, alejándose poco a poco de Madrid. Allí abajo, en tierra, se había quedado Kike. Volvió a bajar sus ojos hacia el texto, y continuó leyendo.


Kike, mientras tanto, estaba ya en el metro de camino a su casa. Iba a dejar la bolsa con la ropa que había utilizado los cuatro últimos días, mientras había estado con ella. Habían sido, como cada vez que se encontraban, unos días brillantes y felices, llenos de abrazos, besos, miradas y cariño, durante los cuales una sonrisa de plena felicidad rara vez había abandonado su cara. Los primeros compases de ese fin de semana habían sido agotadores para ella, porque nada más llegar se había puesto a cocinar para la merienda del día siguiente. Y finalmente, el lunes por la tarde Dácil y los amigos de Kike se habían conocido. Él se alegró mucho de que eso sucediese, ya que había tenido muchas ganas de poder presentarles mutuamente en algún momento, y por fin se había presentado la ocasión. Después de eso, habían ido a cenar en un restaurante Coreano que no quedaba muy lejos de la casa de la amiga de Dácil donde se habían alojado.


Ahora, él iba con un libro de papel entre las manos (el libro electrónico era de Dácil, y había sido un inesperado préstamo que había durado casi cuatro meses, y él finalmente se lo había devuelto ya), tratando de leer, mientras se preguntaba si en ese mismo instante, ella estaría viendo la nota que él le había dejado en el ebook. Levantó la mirada del libro y miró a su propio reflejo en el cristal del vagón, pensando en ella, y una sonrisa fugaz apareció en el borde de su boca. Volvió a la lectura.


Ahora que ella se había marchado, faltaban dos meses para que volviesen a verse. Iba a ser el periodo de tiempo más largo que habían pasado sin verse desde que empezaron a salir juntos, pero él la quería con todo su corazón, como no había querido nunca antes a nadie, sentía que quería pasar toda su vida con ella y decirle día a día que era la mujer de su vida, y si pasar esos dos meses sin ver a su amada era una condición necesaria para ello, apretaría los dientes, y con decisión, se lanzaría a ello. Estaba dispuesto a hacerlo, y lo haría. Desde luego, podía llegar a ser un tipo muy tozudo cuando se empeñaba en conseguir aquello que quería, y la quería a ella.


Dácil terminó de leer la nota que Kike le había escrito en el ebook, y vio que aunque el texto terminaba ahí, todavía parecía que hubiese unas cuantas páginas más de documento. Usando los controles del mismo, avanzó a través de hojas en blanco a la espera de encontrar algo más escrito en ellas.
















Y por supuesto, lo había.

Te amo, mi vida, muchas gracias por los días tan maravillosos que he pasado a tu lado. Aunque ahora no lo parezca, julio está a la vuelta de la esquina.


Te quiero con locura,

Kike.

No hay comentarios: