22 enero 2007

Enfermedad exprés

Desde hace un añito o así me estoy dedicando a coger todas las enfermedades que hay sueltas por la calle, el problema es que me pillo las versiones de prueba, esas que sólo aguantan un día y medio. Es un problema porque por la mañana estoy más o menos bien, por la tarde empiezo a agonizar en el curro y termino de pasarlo fatal por la noche, pero al día siguiente, sintiéndome sólo como un deshecho humano, no veo motivos para pillar la baja y no ir a trabajar. Al fin y al cabo se trata de un recorrido de 5 minutos y estar luego 8 horas sentada, no tengo que estar de pie ni nada por el estilo (eso sí, el recorido pasa de 5 a 20 minutos, que me adelantan los viejetes por el puente al mercado).
De todas formas como eso es un pelín aburrido si no se adereza con algo, le sumo una tendencia a la hipotensión, los mareos flipantes y el frío en las extremidades a casi cualquier temperatura por debajo de los 30 grados centígrados. Hace dos semanas decidí pasármelo en grande y, en dos días, doné sangre (un milagro, tenía la tensión en 12/8 en vez de mi habitual 9/5), pillé un virus absurdo, llegué a los 38 de fiebre (no suelo alcanzar los 36), me vino la regla y la tensión volvió a obsequiarme con episodios de quedarme flipada mirando las paredes de casa. Mi novio en Madrid, mi madre camino de Las Vegas, mi padre medio muerto en el piso de abajo y yo con dos perros que tenían que autopasearse porque sólo alcanzaba a sentarme en un banco que hay justo debajo de casa. Además mi perra sigue dedicándose a su labor de saqueadora y decidió comerse: una pata de una silla, mis gafas de sol graduadas, las bolsas para sus cacas, un catálogo de Venca que venía a nombre de mi cuñada (y que no pienso darle, no creo que pueda sacar información de ese puzzle de 5000 piezas), una correa de paseo, la revista de ONO, uno de los comederos y el Nuvaring, el anillo anticonceptivo que tenía que ponerme un día después. Exactamente no comprendo cómo funciona el aparato digestivo de mi perra, pero si le hiciésemos radiografías sería un show. Por supuesto sigue comportándose como un angelito cuando está en la misma habitación que un humano, motivo por el que ahora los perros siempre tienen que estar en la misma habitación que uno y no se les puede dejar sueltos para que busquen pelotas perdidas debajo de los muebles.
Esta semana ya anda con una cartera (y van dos), un billete de 20€ (y van dos), una tarjeta de la seguridad social(con lo poco que tardan en darte una...) y medio carnet de conducir bajo los dientes. Hace unos días lancé la idea de hacer un presupuesto de lo que está costando la perra, pero mi novio dice que prefiere no saberlo o lo que acabará lanzado será la perra por el balcón. Luego la pequeña Atila te mira con esos ojazos marrones como diciendo "Vaya, no sabía que le tuvieses cariño a ese mando de la Xbox y te juro que pensaba en ti cuando meaba tu camiseta favorita". A este paso se me formará una úlcera de "no poder echar la bronca a un perro si no hace algo malo delante tuya" porque Eme siempre espera la soledad y no veas lo difícil que resulta pasar olímpicamente mientras recoges una cagada en el sofá y observas la dentadura clavada en ese baúl al que tanto aprecio tienes desde que te lo regalaron hace 15 años.
Y por fin ayer estrené la gofrera Princess que me dejó San Silvestre en Navidad. Como siempre primero puse patas arriba la red y google terminó harto de búsquedas de recetas de gofres, waffles o como queráis llamarlos, pero salieron buenos (Fido: pon día, hora y mermelada). Ahora estoy esperando un pedido de un palomitero y un tostador/sandwichera. Me vendrán geniales, no hay cosa que más me gusten que las cotufas con chocolate y las tostadas con mantequilla... bueno, sí, hay miles de cosas que me gustan, pero éstas también. Además volví a hacer un roscón para celebrar la llegada de mi madre de Las Vegas, que además aprovechó la escala en Madrid para arrastrar a mi abuela a las cálidas tierras del sur (19 grados por la noche en enero es pelín raro, la verdad). Se ve que la Thermomix y yo empezamos a compenetrarnos y salen muy buenos, esponjosos, creciditos y la mar de bonitos, pero no sé dónde conseguir levadura fresca en la isla y tuvieron que traerla de la península. En fin, que también quiero una thermomix, es estupenda para hacer postres. El día de mañana pondré la cocina donde suele ir el salón y viceversa, porque no me van a caber las cosas en otro sitio.

2 comentarios:

Achab dijo...

Una perra que come dinero y tarjetas es una inversión nefasta... lo mismo trabaja a sueldo para un chorizángano y te está desplumando con mala fe.

Lo mismo le deberías poner un lazo grande y regalársela a alguna prima lejana (en el espacio) como gesto de buena vountad.

Por otra parte, 19 grados... ¡ay! Y yo con mi catarrazo madrileño a cuestas.

Wardog dijo...

Pero dale algo a esa perra para moder! Un hueso de cuero o algo que se entretenga! Luna tambien es propensa a morder de todo, pero últimamente sólo se lia con la planta del pasillo. Bueno, ya es un tronco en el pasillo con dos hojas arriba donde no llega la perra.
Me encantan las mujeres reposteras. La Chuchi se ha hecho pastelera tambien y hace unos bizcochos y unas tartas que incluso yo, que soy de comer salado y lo dulce me empacha, me los como a dos manos. Supongo que es la diferencia entre dulce casero y dulce industrial, que el primero está de miedo y el segundo de asco.
Y deja ya de pillar virus, coño, que pareces un usuario de los míos!