Mirando...

Hace poco intenté decirle a un amigo que empezar un blog por alguien tiene el peligro de enseñar unos vasos de colores, pero continuarlo cuando necesitas hablar tiene el peligro de que te lean.
Realmente no sé si he querido ser anónima alguna vez, estoy harta de pasar sin pena ni gloria por la vida, dejar un trabajo 6 meses después y descubrir que al contrario que la mayoría yo no he encontrado un amigo en ese tiempo. Tampoco es que vaya buscando amigos, al fin y al cabo los pocos que continúan en mi vida saben que tienen que saber que yo soy amiga para siempre... Pero que a lo mejor no doy señales de vida en 3 semanas o a lo mejor en dos años. Desaparezco de aqui, aparezco por allá y de repente vuelvo a donde estaba, pero para mí los sentimientos no cambian cuando realmente quiero a alguien, cuando realmente esa persona es mi amigo.
Muchas veces he pensado en borrar las entradas de este sitio. Es un sitio frívolo y vacio, no tiene humor y no tiene chispa. Ni siquiera tiene un buen fuego en el que quemar leña y contemplar como las llamas chisporrotean mientras añoras la magia.
Sabía que aparecería alguien que sabría quién soy, frecuento buenos sitios de lectura, pero por una vez en mi vida me dije "qué coño, si no te has escondido bajo otro nombre será por algo, ¿no?".
Pero sé quién soy y cuál es mi lugar. Yo no soy una escritora, no voy a emocionarte con mis historias ni a enamorarte con mis letras. Yo soy la que está al otro lado, la que se deja enamorar de los mundos, de las manzanas y del sentido que tiene la vida de otros. Soy la persona para la que vosotros existís, a la que alegráis cada día contando un poco más de vuestra especial forma de mirar el mundo. La que termina enamorada de una jauría humana y os quiere a cada uno de vosotros por una y mil razones diferentes. Y aunque no sabéis quién soy yo, aunque nunca lleguéis a conocerme, os doy las gracias porque vosotros cada día me hacéis soñar.

A Eride, Nepomuk y Gonzo. Y un poco también para ti, Nono.